Casi en todos los hogares la rutina de la mañana es una carrera contra reloj en donde más de varias veces se escucha “¡ya es tarde!”.
La velocidad del movimiento de los niños es inversamente proporcional al tiempo que disponemos los adultos. En otras palabras, cuanto menos tiempo tengamos nosotros, más tardará nuestro hijo en estar listo. Se trata de una especie de “ley matutina” que se cumple casi siempre y que tiene algunas variantes curiosas:
– El efecto que tienen nuestras palabras de apremio, tales como “date prisa” o “vamos a llegar tarde“, sobre la velocidad del niño es precisamente el opuesto al esperado, es decir, sólo conseguiremos que vayan todavía más lentos.
– Cuanto mayores sean la importancia y la necesidad que tengamos en llegar a una hora a algún sitio, menor será la probabilidad de que nuestro hijo esté listo a tiempo.
Bromas aparte, la culpa de esto es el estrés. ¿Quién de nosotros es capaz de funcionar bien en situaciones de mucho estrés? Cuanto más estresados estemos nosotros por marcharnos, más despacio funcionará nuestro hijo.
Te sugerimos algunas cosas que te pueden ayudar:
• Si les cuesta trabajo despertar, haz que se duerman más temprano.
• Si no les es suficiente el tiempo para estar listos por las mañanas, levántalos más temprano.
• Intenta despertarlos cantando o con música en lugar de solo llamar su nombre o poner una alarma de despertador.
• Habla en tono amigable, contento, puedes silbar o tararear canciones mientras se alistan. El buen humos siempre se contagia.
• Dejen cosas preparadas la noche anterior, como uniformes, materiales escolares y refrigerio.
• Deja que tus hijos seleccionen música de ambientación mientras se preparan o invita a que algún familiar cante una canción y que sepan que cuando termine la canción deben ya estar vestidos, bañados, o la actividad que decidan requieren darse mayor prisa.
Estas ideas quizás pueda ahorrarnos mañanas de gritos, mal humor, comentarios injustos y días de llegar tarde a todas partes.
Estas medidas son una inversión a largo plazo. Tu estrés sólo provoca más estrés en la familia, y vivir todas las mañanas con nerviosismo y prisas no es bueno en absoluto ni para nosotros ni para nuestros hijos.
Fuente: Itziar Franco Ortiz / Redacción / SOLO HIJOS
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